Los jugadores forman un equipo que se enfrenta a un enemigo común que se rige por líneas de programación automatizadas. Cada jugador dirige un pequeño equipo, cuyas actuaciones individuales pueden ser insuficientes y acabar derrotados uno a uno, pero que combinadas, pueden llevar a la victoria del grupo.
Como es habitual en este tipo de juegos, el objetivo es resolver situaciones planteadas mediante consenso entre los participantes, que necesitan coordinar sus equipos e intercambiar ideas. Reconocer que la idea del otro puede ser mejor que la propia, y adoptarla, es beneficioso para uno mismo, ya que puede salvar a tus subordinados (en este caso, «soldados» en una batalla, como en un juego de ajedrez, damas, etc).